Agustín.Si algunos buscamos en Wikipedia encontraremos esto: "La hipocresía puede venir del deseo de esconder de los demás motivos reales, o sentimientos. La hipocresía no es simplemente la inconsistencia entre aquello que se defiende y aquello que se hace."
"Es decir, una persona hipócrita, es aquella que pretende que se vea la grandeza y bondad que construye con apariencias sobre si misma, propagándose como ejemplo y pretendiendo o pidiendo que se actúe de la misma forma, además de que se glorifique su accionar, aunque sus fines y logros están alejados a la realidad."
Me han recordado que ayer se cumplieron ochos años desde que decidiste mandar hacer puñetas todo este tinglado. Harto de estar harto, perseguido y rodeado de tus angustias, agobiado en medio de un tiroteo mortal, nos dejaste pensando; ahí os quedáis que yo hasta aquí llego.
Muy temprano, serían las siete de la mañana, me llamó Julio Cepello preguntándome tu segundo apellido, íncrédulo que estaba el galeno amigo que todavía no se lo creía. Terminando la guardia del servicio de urgencias le llegó la noticia. Inmediatamente me puse a llamar a una serie amistades relacionadas con los medios de comunicación y la mayoría compañeros tuyos en eso de la prensa cofrade.
Llamadas y más llamadas, visitas al Anatómico, charlas con tu familia, ambiento tenso, papeleos para enterrarte dignamente, al menos como te merecía. Conocidos, amigos, pocos familiares, gritos, lamentos, lágrimas, risas, anécdotas referidas a tí, Muchos representantes de Hermandades, del Consejo, músicos, capataces, costaleros, políticos ¡¡ ay los políticos !!, cofrades sin títulos, curiosos. Para que te haga una idea Agustín, aquello era un Munarco, que tanto lo disfrutaste, pero contigo de cuerpo presente.
Hacía tí todo eran alabanzas, como las que tú desgranaba de memoria delante cualquier Imagen, que si buena persona, gran informador, magnífico locutor, trabajador incansable, memoria prodigiosa, !! yo que sé la cantidad de cosas que allí se decían en tu memoria¡¡
Pasaron los días Agustín, quedaron tus hijas y su madre. Llegó el homenaje-benéfico anunciado, discursos, in memoriam de mucha categoría, proyectos de protección familiar, en definitiva muchas historias en las que, hasta ya muerto, te ilusionaste como siempre, pero todo se fue diluyendo poco a poco y algunas cosas medio se abordaron.
Después de estos años aún te recuerdo, pero no precisamente el día de tu muerte, sino el 28 de agosto, santoral de tu patrón y aniversario de mi nacimiento. Y sigo pensando que hipocresía más descarada tuviste que soportar. Yo el primero por no creerte lo que me contabas, aunque aquel día, sentado los dos, bajo el edificio del Sevilla-2, me ibas describiendo, una a una, las letras que te quedaban de la cámara del video, tu inseparable compañera, y los gastos que generaban los asuntos domésticos del día a día. Te ví realmente amargado y sin esos ánimos que con frecuencia nos regalaba. Muy hundido y dispuesto a tomar cualquier camino, sin imaginarme que tomaria el de no retorno. Hablamos de San Bernardo y un trabajo que te conseguí para que la Hermandad te adelantara el pago. Pero eso era lo mínimo que un supuesto amigo debería haber hecho y me consta que muchos lo hicieron. Te decía con mucha frecuencia "Agustín, que sólo con las Hermandades no se come, no se te olvide". Pero tu ensimismamiento y amor hacia ellas no te dejaban despegarte. Aquella sociedad no tenía hueco para tí, y mira que te engañaron veces y tú confiaba en todos, hasta los que se reían cuando te iba a otro Culto con cámara al hombro y tu camisa blanca llena de lamparones y migas de rosco y pescao frito. Recordado Agustín, en los tiempos actuales las navajas se siguen sacando y como te descuide te mandan para el Jardín, los sillones se mueven de un lado para otro, nadie se atreve a levantarse aunque no vea un duro o le cueste el dinero. La cosa está peor todavía, Agustín. Te estoy escribiendo estas líneas, y detrás de esta pantalla tengo abiertas otras dos bucando ofertas de trabajo. Esto que se llama ahora, redes sociales, es una maravilla Agustín, porque te dejan escribir lo que te da la gana y la gente hasta lo lee. Anda que hubiera formado el taco con un blog de estos, pero eso si, sin cobrar nada, como en tus tiempos.
En fin, que quiere que te cuente que tú no lo sepa desde esas alturas. Aunque no llegaste a conocerla, hace unos meses traspasé una taberna que levanté en mi barrio. Colgada en un marquito estabamos, unos cuantos amigos, una foto de esos programas de radio al que nos invitaba y nos reíamos tanto, hasta tal punto que te mosqueaba y eso era difícil conseguirlo. Pues mi intención era haber insertado la foto entre estos párrafos, pero he decidido que será la primera y única vez que un artículo mío vaya sin ilustración y sólo sean estas letras las que hablen por si solas y nunca mejor dicho.
Bueno amigo, que me alegra recordarte y ya sabes que aunque hipócrita, te sigo admirando.
Ay. Pocos días antes de aquel fatídico 4 de junio hablábamos de reunirnos algún día... Yo era seguidor de él desde sus comienzos en la radio... Pero no pudo ser. Ay.
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